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General Porfirio Diaz M.

martes, 5 de octubre de 2010

Composiciones famosas


Una composición que se puso de moda fue la danza de tipo oriental titulada “Secreto eterno”, cuya melodía es de José Perches Enríquez, notable pianista chihuahuense, con letra del poeta Rojas Cantú. La pieza dio la vuelta al mundo en 1909 y ahora, a un siglo de distancia, sigue en los repertorios de muchos intérpretes de calidad. Al llegar 1910 había una gran expectación en el país por la celebración del Centenario de la Independencia y, aprovechando las fiestas, se estrenaron en la Ciudad de México varias zarzuelas y sainetes con comentarios de actualidad política; algunos satirizando a don Francisco I. Madero, que era el candidato a la Presidencia de la República, y otros criticando a don Porfirio Díaz, lo que era realmente una audacia increíble. Se estrenaron entonces obras interesantes: el “Vals de las flores”, de Ernesto Elorduy; la danza “Pérfida”, de Alberto de la Peña; y el vals “María Teresa”, de Eduardo Díaz. Llama la atención notar que muchas composiciones de aquel 1910 tenían como título nombres de mujer: “Juanita”, del regiomontano José Mauro Garza; “Judith”, de Luis G. Sobreira; “Lila”, de José Córdova Cantú; “Esther”, de Xavier Dumont; y “Lolita”, de Rafael Galindo, entre otras.
Las fiestas de la celebración del Centenario fueron suntuosas y abarcaron desde el primero hasta el 27 de septiembre, cuando el Congreso declaró la reelección del presidente y vicepresidente de la Nación a Porfirio Díaz y Ramón Corral. Lo más sobresaliente fue el desfile histórico con carruajes alegóricos representando distintas etapas de la historia del país y la inauguración del Monumento a la Independencia erigido en el Paseo de la Reforma. Los primeros mártires de la Revolución fueron Gabriel Leyva, el 13 de junio, en Cabrera de Inzunza, Sinaloa, y el poblano Aquiles Serdán, muerto al amanecer del 19 de noviembre de 1910. El movimiento revolucionario estalló como un reguero de pólvora en toda la República.
En los años siguientes se desarrollaría de forma intensa el género del corrido revolucionario, mismo que ha quedado identificado como el más representativo de la etapa que ahora estamos rememorando. Sin embargo, en aquel 1910 aún no era la música popular más emblemática. “La Jesusita”, de 1885 y “La Adelita”, que data de 1908, son anteriores al estallido y sus letras fueron adaptadas después para incorporar elementos relacionados con la lucha revolucionaria. Otras piezas fueron escritas después: “La Chinita” surge en 1913; “La Valentina” es de 1914; “La Rielera” comienza a sonar hacia 1917 y “La Joaquinita” es de 1918

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