Hasta entonces, la canción se enfrentaba en una lucha desigual contra la música bailable que, teniendo mayores medios de difusión, gozaba de más popularidad gracias a las pequeñas orquestas de los cafés y restaurantes y a las bandas de música. Sin embargo en aquella primera década del siglo XX ya sonaban algunas canciones románticas escritas por autores locales. En 1901 destacó la danza “Perjura”, de Miguel Lerdo de Tejada y Fernando Luna y Drusina, tema musical que tuvo gran popularidad a pesar de las dificultades que tuvo su divulgación pues fue considerada en aquellos años como una canción inmoral. Claro que si analizamos la letra de “Perjura” nos podemos dar cuenta que es una canción inocente en comparación con las ligerezas que se dicen en algunos cuplés de 1920 y no digamos con muchas de las canciones que escuchamos en la actualidad.
Sin duda el vals tenía gran impacto, y muchas piezas de este género compuestas antes de 1910 han llegado hasta nuestros días. Como ejemplos están “Juego hidráulico”, de Carlos Curti, “Recuerdo”, del duranguense Alberto M. Alvarado y “Club verde”, del sonorense Rodolfo Campodónico. Como dato curioso le comento que “Club verde” fue adoptado como santo y seña del partido anti-porfiriano en el norte de México y a causa de ello Campodónico tuvo que salir al exilio. Las zarzuelas y sainetes nacionales, con música mexicana, eran géneros que también se hacían populares. Por ejemplo, en 1904 se estrenó Chin Chun Chán, escrita por José F. Elizondo, Rafael Medina y Luis G. Jordá, una obra que se representó cientos de veces y motivó a los empresarios a buscar temas con argumentos y música de autores nacionales. Algunas salitas de cine ya se habían instalado en la ciudad de México en aquellos primeros años del siglo XX, pero fue hasta 1905 cuando éstas se convirtieron en un medio de divulgación de la música mexicana, pues muchos de los compositores-pianistas fueron solicitados para improvisar melodías durante la proyección de las películas. Uno de ellos fue Abundio Martínez, quien presentó entonces el brillante pasodoble “Hidalguense”, que hasta hoy se sigue interpretando. De esa época datan también el vals “Honor y Gloria” de Quirino F. Mendoza y Cortés, y “Cuatro mazurkas”, para piano solo, del gran pianista y compositor Manuel M. Ponce, quien años después habría de realizar una importante labor a favor de la canción popular mexicana. En el transcurso de 1907 el duranguense Velino M. Preza Castro dio a conocer sus marchas “Chapultepec” y “Cuarto poder” —dedicada a la prensa metropolitana. El legendario Teatro Lírico fue inaugurado en agosto de aquel año para convertirse en el lugar que dio cabida a la producción musical de muchos compositores mexicanos. Al año siguiente, el 18 de julio de 1908, murió, en Buffalo, Estados Unidos, don Jaime Nunó, autor de la música del Himno Nacional, a la edad de 83 años.
Nombres: Genaro Codina (La marcha de zacatecas) Rodolfo Campodonico (Club Verde) Ricardo Castro (Carmen) Macedonio Alcalá (Es de poco antes del porfiriato, pero su vals DIOS NUNCA MUERE es una buena referencia para la musica de la epoca porfiriana) Juventino Rosas (Sobre las Olas), entre muchos otros.
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